11.5.07

Mucho más que perfiles

Michael Apted es un cineasta conocido. Hizo Gorilas en la niebla, Nell, Gorky Park, El mundo nunca es suficiente. Y algunas más. Desde 1964 Apted ha estado trabajando en un proyecto ambicioso, una obra larga conocida como The Up Series. En aquel año, el cineasta británico escogió catorce niños y niñas de distintas escuelas inglesas. Todos tenían siete años de edad, y reunían en sí mismos las diferencias de clase de la Gran Bretaña de entonces. Con ellos, Apted se propuso demostrar el impacto decisivo que la educación y las oportunidades tienen en el futuro de los hombres.

Desde 1964, siempre cada siete años, el director ha estado siguiendo a sus "actores" de forma permanente. Cada septenio los busca, pasa días y semanas con ellos, les hace entrevistas de profundidad sobre el amor, el trabajo, los hijos, los padres, el fracaso y el éxito. Es una especie de Truman Show, pero de verdad, múltiple y con las tuercas bien apretadas. Hay varios documentales: 7 up, 14 up, 21 up... y así.

Desde fines de 2005 se está transmitiendo el más reciente: 49 up. En cada entrega los espectadores vamos viendo el crecimiento de los sujetos, las correspondencias entre sus posiciones a través del tiempo, sus desencantos, los paralelismos y las divergencias de sus vidas. Entre 2011 y 2012, Apted planea lanzar la nueva serie, 56 up, y allí asistiremos, otra vez, al desarrollo voyeur de esta camada.
Hay que verlo. Con estos documentales Michael Apted está retratando como casi nadie esa cosa inasible, muy rara y sugestiva que es la naturaleza humana.

3.5.07

Matt Harding baila por millas

Hay gente con propósitos. Están los que construyen, los que cantan, los que corren, los obsesos que acumulan fortunas. Están los que roban, los que asesinan en masa o aquellos que, durante años, van trabando alianzas y traiciones en la endemoniada búsqueda del poder. Se trata, por donde se mire, de una obra lenta, de un trabajo sostenido. Hay algunos privilegiados que disfrutan la ruta. Una raza de viajeros que, sin preocuparse demasiado por la llegada, van acumulando postales durante el recorrido.

Entre estos últimos está Matt Harding, un gringo de treinta años que, después de pasar un buen rato diseñando y jugando videojuegos, renunció a su empleo en Australia y, con el dinero ahorrado, empezó a viajar. Es un salto, un paso valeroso y placentero, irresponsable si se mide, que legiones de inconformes han dado antes. Por eso Matt, que parece ser un tipo original, decidió meterle una variante a su cruzada: entonces empezó a bailar.